José Carlos Acosta toma la alcaldía Xochimilco, aunque ya no le toca


José Carlos Acosta ya no es alcalde. Tampoco es diputado federal. Hoy es coordinador de Capital Humano del Gobierno de la Ciudad de México, un cargo que implica responsabilidad, liderazgo y visión metropolitana. Sin embargo, parece que aún no lo asimila.
A pesar de haber dejado su curul en San Lázaro para integrarse al gabinete capitalino, sigue operando como si Xochimilco estuviera bajo su control. Los recientes bloqueos a la alcaldía no son coincidencia: son parte de su conocida estrategia de presión, ahora ejecutada desde fuera del cargo, pero con los mismos métodos de siempre.
Cuesta trabajo entender cómo alguien que presume una nueva encomienda en el gobierno de la ciudad sigue tan obsesionado con intervenir en una demarcación que ya no le corresponde. Lo lógico sería que se enfocara en su nueva función, pero parece que dejar el poder local le duele más que asumir su rol actual.
Mientras el gobierno de Circe trabaja con las puertas abiertas y mantiene el diálogo directo con la ciudadanía, José Carlos mueve piezas para generar conflictos. Xochimilco no necesita más divisiones ni operadores tras bambalinas; necesita estabilidad, trabajo y respeto.
Si ya dio el paso hacia una responsabilidad mayor, lo mínimo que se esperaría es que actúe en consecuencia. Xochimilco no es un botín político ni una plataforma personal. Es un territorio que merece paz y continuidad, no shows recurrentes por nostalgia de poder.