La simulación de la reforma constitucional contra el nepotismo
La reforma de Sheinbaum contra el nepotismo solo afecta la sucesión inmediata en cargos de elección popular, sin abordar el nepotismo en la administración pública o otros poderes. Esto deja intactas las redes familiares en el poder, limitando su impacto real y siendo más una medida discursiva que un cambio estructural.


La reforma promovida por Claudia Sheinbaum contra el nepotismo electoral se presenta como un cambio profundo para frenar las redes familiares en el poder. Sin embargo, al analizar su alcance real, queda claro que más que una solución efectiva, se trata de una medida de alto impacto discursivo pero con escaso efecto en la práctica.
El pasado 5 de febrero, durante la conmemoración del 108 aniversario de la Constitución en Querétaro, Sheinbaum anunció su iniciativa como una barrera contra el nepotismo en la política. Pero la reforma no toca el nepotismo en la administración pública ni en otros poderes del Estado, sino que se acota únicamente a los cargos de elección popular. Además, limita la prohibición solo al mismo puesto, permitiendo que las estructuras familiares continúen operando con facilidad.
Una prohibición a modo
La iniciativa establece que un familiar no puede suceder de inmediato a otro en el mismo cargo, sino hasta tres años después. Sin embargo, el verdadero problema del nepotismo no radica en heredar un puesto, sino en el uso del poder para colocar a familiares y aliados en distintas posiciones estratégicas, sin importar sus capacidades. Esta práctica se encuentra tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo y el Judicial, y la reforma simplemente la ignora.
Si analizamos los 193 gobernadores que ha tenido México desde el año 2000 hasta hoy, encontramos que, si la reforma hubiese estado vigente, solo tres casos se habrían visto afectados. Esto significa que el 98.4% de los gobernadores con vínculos familiares habrían llegado al poder sin problema alguno.
Un diseño con huecos y excepciones
Incluso en esos tres casos donde la reforma habría tenido algún efecto, sus ambigüedades permitirían reinterpretaciones legales para evadir la restricción. Además, no impide que familiares sean colocados en otros cargos dentro del mismo gobierno o que accedan a posiciones clave a través de redes de influencia política.
Si el objetivo fuera realmente erradicar el nepotismo, la reforma tendría que abordar los nombramientos en la administración pública, los tribunales y las fiscalías, donde el tráfico de influencias es una constante. Sin embargo, al centrarse exclusivamente en la sucesión inmediata en cargos de elección, deja intactas las estructuras de poder que han perpetuado el control político de familias en distintos niveles de gobierno.
Narrativa sin cambios de fondo
En el discurso, Morena y Sheinbaum buscan vender la iniciativa como un parteaguas en la lucha contra la corrupción política. No obstante, los efectos reales de la reforma serán prácticamente nulos. La historia reciente demuestra que los políticos han encontrado múltiples formas de evadir restricciones similares, ya sea a través de familiares en otras posiciones o con acuerdos entre grupos de poder.
Más que un cambio estructural, la reforma parece estar diseñada para reforzar la narrativa de "transformación" sin modificar las dinámicas reales del poder. Mientras no se toquen las verdaderas redes de nepotismo y tráfico de influencias, el problema seguirá intacto.